de su libro Tanguito y La Cueva
“Hace calor y el extractor de aire en el fondo del escenario no alcanza a sacar todo el humo de cigarrillo y el aire viciado del local, que esta noche está lleno (...) así que probablemente sea sábado.Como siempre en los reductos de jazz, en el fondo alguien conversa y suenan las copas sobre el mostrador.
Nosotros nos juntamos al pie de la escalera de entrada, como si esperáramos a alguien. El Gordo Martínez anda muy entusiasmado. Hizo contacto en RCA para que graben Los Gatos y le dieron bola. Desde tiempos de los Beatniks que no se lo veía tan contento. La infinita paciencia del Gordo empieza a dar resultados. Y Litto, vestido con su saquito beatle y sus pantalones ajustados, ya está describiendo la cantidad de temas que tiene compuestos para un longplay. ‘Pero tengo ganas de empezar con La balsa y Ayer nomás, porque nos representan a todos, ¿viste, loco?’, le dice a Javier. (...)
Mientras Javier habla, se ha producido un silencio en el boliche. Ahora que me doy cuenta, se fue mucha gente, estamos los de siempre y algún colgado que no conozco. Algo pasa cerca del escenario, todos miran para allá. ‘Se subió Tango’, me dice Miguel, que acaba de aparecer desde el fondo.
Es cierto, Tango está dando vueltas arriba del escenario pasándose la mano por el pelo y mirando alrededor, como buscando algo en el piso. Tiene su viola colgada y se pone de espaldas tocando las clavijas para ajustar la afinación.
Nos vamos acercando, atentos. Por más que Tango se haga el sota, todos sabemos que va a arrancar con alguna. Se da vuelta y golpea la viola con un acorde, juntando las rodillas y agachando la cabeza. Pega un grito: ‘¡Ye aint noting bat a jau dong!’, aúlla, lanzándose en una ardiente versión de ‘Perro feroz’ en inglés sanateado. Hace el redoble con un rasguido rapidísimo y de pronto se inmoviliza, como un muñeco que cuelga, las botitas negras apoyadas sobre el empeine, las piernas abiertas, los pantalones negros pegados al cuerpo mostrando medias rojas a rayas. Muñeco, títere de rock and roll, arranca de nuevo...”
Pipo Lernoud leyendo poesía |