PHILIP PULLMAM
"Creo, con bastante apasionamiento, que lo que somos en verdad es cuestión privada, algo casi infinitamente complejo y ambiguo, interno y externo al mismo tiempo, y de naturaleza doble, o triple, o múltiple, y en gran parte misterioso, incluso para nosotros mismos; y, además, que lo que somos es solo una parte de nosotros, porque la identidad, a diferencia de la ‘identidad’, debe incluir lo que hacemos. Y me parece que encontrarse, en todos los aspectos de esta complejidad, reducido a ojos del público a una propiedad que aparentemente incluye todas las demás (‘gay’, ‘negro’, ‘musulmán’, lo que sea) equivale a ser víctima de una extraordinaria vulgaridad intelectual. Literalmente vulgar, de ‘vulgus’. Pensamiento de muchedumbre."
Philip Pullman, CBE (Norwich, 19 de octubre de 1946) es un escritor inglés, principalmente conocido por ser el autor de la trilogía narrativa La materia oscura.
Daimonions: la encarnación de la conciencia
En más de una ocasión, Pullman ha declarado lo satisfecho que se siente como escritor de haber sabido incluir la figura de los daimonions en la trilogía que más triunfos le ha procurado. Si bien es cierto que los daimonions no son en ningún caso una creación original de Pullman, sí es una verdad innegable que los personajes ofrecen matices y peculiaridades que responden a la fértil imaginación de su autor.
El origen de esa entidad se remonta con claridad al concepto socrático de «demonio» en el sentido de lo que hoy entendemos como «intuición» y a la idea cristiana del ángel de la guarda, a la existencia de una voz interior o de una conciencia que encauza las acciones y los pensamientos de quien la posee. La gran diferencia es que Pullman le concede a este concepto la corporeidad, lo hace visible, aprovechando la corriente de pensamiento propia del chamanismo de que los animales de compañía son algo más que meros animales. Según la tradición chamánica, el espíritu errante que se separa del cuerpo durante los episodios de trance adopta una forma animal, una forma que responde a la esencia vital del individuo. Sin embargo, en el uso que Pullman hace de estos personajes en sus novelas, semejante separación resulta imposible en los humanos (no así en las brujas), y el distanciamiento entre humano y daimonion es una de las experiencias más traumáticas a las que una persona puede verse sometida. Recordemos al respecto el episodio en que Lyra tiene que desprenderse de Pantalaimon en la orilla del río antes de cruzar hasta la tierra de los muertos en El catalejo lacado o el proceso de separación al que la señora Coulter somete a un grupo de pequeños en Bolvangar para sus propósitos experimentales en favor del Magisterio.
En el mundo de Lyra los daimonions adoptan precisamente esta tridimensionalidad, mientras que en el universo de Will (el nuestro) esta esencia individual permanece oculta a ojos de propios y extraños. Físicamente, las personas y sus daimonions comparten un vínculo que, aunque invisible, resulta esencial en su relación con el medio en el que viven. La energía que une a los humanos y a sus daimonions es muy poderosa y por esa razón al final de Luces del norte lord Asriel necesita separar a Roger de su daimonion, con el fin de aprovechar esa energía para tender un puente hacia un universo paralelo.
Una de las principales características que definen a los daimonions es que, salvo en contadas ocasiones, pertenecen al sexo contrario al del personaje humano que completan. Pullman, que en algunos momentos de la trilogía se hace eco del pensamiento oriental del I-ching, parece querer afianzar en la figura de los daimonions el equilibrio de fuerzas contrarias que establecen la armonía universal, la idea platónica de la división del alma humana en dos partes: la física y la intangible.
Si bien todos los humanos en el mundo de Lyra poseen un daimonion visible, la principal diferencia que existe entre los que acompañan a los niños y los que van junto a los adultos es el hecho de que los primeros tienen la capacidad de mutar constantemente, mientras que los segundos ya han adoptado la forma definitiva de un animal que representa el verdadero carácter del personaje. Durante la conversación que Lyra mantiene con uno de los personajes en el primer libro acerca de por qué llegará un momento en que Pantalaimon perderá la facultad de cambiar de forma, Jerry el marinero le cuenta que los daimonions que adoptan una forma definitiva ayudan a los niños a tomar conciencia de sí mismos en su camino hacia la vida adulta, convirtiéndose en un punto de apoyo a la hora de descubrir el lugar que cada uno ocupa en el mundo. Los daimonions simbolizan, en definitiva, la oposición entre la maleabilidad, la naturaleza mercurial y el potencial infinito de los niños y la realidad de ordinario estática de la vida de los adultos.
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